Peor imposible, así podemos definir el paso de la selección española por el Mundial de Croacia. Ni el más pesimista balonmanero apostaría porque una semana después del inicio de la competición España estaría luchando con Argentina, Kuwait y Rumanía en la absurda President´s Cup. De la decepción sueca al desatre coreano pasando por la importencia croata , ese ha sido el camino de una selección española que ilusionaba en Algeciras después machacar a Alemania y que tenía dos partidos de transición iniciales para adaptarse a una competición de la que ha salido escaldada. Se habla en los diarios de la cantidad de años que hacía que la selección no hacía un mundial tan malo etc. pero más allá de quedar dos posiciones arriba o abajo lo que realmente importan son las sensaciones que ha transmitido el equipo, la lejanía con la que se ve a las grandes potencias y a las no tan grandes, la endeblez de una defensa que hace aguas por todos lados, una portería muy inferior a la de antaño y un ataque embarullado, monótono y sobre todo plano e ineficaz. Preocupante... El Mundial ya ha terminado para nosotros, es tiempo de pararse a reflexionar sobre lo que ha pasado, por qué ha pasado y cómo se puede salir de esto. No hay que olvidar que estamos en el inicio de un ciclo olímpico y aquí están gran parte de los jugadores con los que tenemos que regresar a lo más alto en los próximos años. Jóvenes que deberán asumir el mando de la selección y veteranos que deberán ir cambiando sus roles en el equipo. Todas las selecciones han sufrido el relevo generacional en mayor o menor medida y llega nuestro turno, el primer capítulo ha sido nefasto y esperemos que no contagie a los próximos. Cuatro partidos de trámite y a olvidar rápido este campeonato que de peores etapas hemos salido.